Los evangelios de Mateo y Marcos, cuando relatan el llamamiento de Mateo, simplemente acotan que este recaudador de impuestos se levantó y le siguió (Mt 9.9) o levantándose le siguió (Mr 2.14). Únicamente Lucas precisa que Mateo el publicano dejándolo todo, se levantó y le siguió (Lc 5.28). Lo peculiar del relato lucano está en la expresión dejándolo todo. ¿Por qué Lucas subraya esa acción concreta? En Lucas 9.57–62, un texto exclusivamente lucano en el que se explicitan las condiciones para un discipulado radical, se expresa la misma idea. Es decir, la ruta del seguimiento tiene como condición previa dejarlo todo por causa de Jesús.
Mateo el publicano captó esa demanda cuando Jesús lo llamó al seguimiento. Él se dio cuenta de que el seguimiento a Jesús tenía como correlato la renuncia a todo apego exagerado por los bienes materiales, hecho que se resalta notoriamente, si se tiene en cuenta que los recaudadores de impuestos eran usualmente personas bastante prósperas en términos económicos. Por esa razón, Mateo tuvo que hacer un sacrificio muy alto cuando renunció a su oficio de publicano (Morris 1992: 219–220), especialmente porque el lucrativo oficio de publicano —una suerte de empleado del Imperio romano— le garantizaba beneficios económicos seguros, cierta estabilidad económica y un futuro sin incertidumbres financieras.
Para un cobrador de impuestos como Mateo, acostumbrado a una vida donde el fraude, la extorsión y el engaño, estaban considerados como cosas normales, seguramente no le fue tan fácil abandonar esta forma deshonesta de hacer dinero. Pero Jesús lo invitó a reorientar sus prioridades, a cambiar su modo de vida, a correr el riesgo de la vulnerabilidad por causa de él, a poner toda su confianza en él y no en las posesiones materiales.
La experiencia de Mateo el publicano enseña que el seguimiento tiene un costo preciso que se expresa en la capacidad de renunciar al apego exagerado por las cosas temporales que se han convertido en ídolos a los que servimos. El seguimiento a Jesús demanda renunciar al círculo vital que nos provee seguridad y nos da un nombre, cierto prestigio y poder temporal. Jurgen Moltmann, comentando el llamamiento de Abraham, expresa lo siguiente respecto a esta relación estrecha entre llamamiento y renuncia:
En el seguimiento a Jesús, no se puede separar el llamamiento del costo y de la renuncia que este compromiso radical implica. Nos equivocamos cuando rebajamos el costo del discipulado para conseguir mejores resultados numéricos que aseguren nuestro lugar en la jerarquía eclesiástica o que nos sean útiles para mantener el prestigio alcanzado en ciertos círculos religiosos. Nos equivocamos también cuando convertimos el evangelio en un artículo más del mercado religioso contemporáneo, como si fuese un simple producto que se expende en un moderno supermercado o en un pedazo de pollo ofertado en un establecimiento de comida rápida.
Para ser pertinentes, para que nuestro discurso sea «creíble» y relevante, no necesitamos renunciar a nuestra identidad cristiana o presentar el evangelio como una ideología barata adaptable para el consumo masivo. El seguimiento tiene un costo elevado, exige renuncias concretas, demanda una reorientación radical de los valores, y ese costo, exigencia y demanda, no puede ni debe jamás ser rebajado.
Así lo entendió Mateo el publicano. Así también debemos entenderlo nosotros.
Citas
Morris, Leon. 1992. The Gospel According to Mathew. Grand Rapids-Leicester: William B. Eerdmand-InterVarsity Press.
Moltmann, Jurgen. 1998. El Espíritu de la vida: Una pneumatología integral. Salamanca: Ediciones Sígueme.
Tomado del libro La misión liberadora de Jesús: El mensaje del evangelio de Lucas, de Darío López R.
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