LA INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA
7 de Septiembre de 2020 | 0 Comentarios

La doctrina cristiana se refiere a la Biblia como “la Palabra inspirada de Dios”. Hay dos versículos clave que expresan esta convicción sobre las Escrituras: 2 Timoteo 3.15–17 y 2 Pedro 1.20–21. Pablo le recordó a Timoteo la manera en la que había sido criado en las Escrituras hebreas (lo que ahora llamamos el Antiguo Testamento):

Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden
darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe
en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil
para ensenar, para reprender, para corregir y para instruir

en la justicia, a fin de que el siervo de Dios este enteramente
capacitado para toda buena obra (2Ti 3.15–17).

La expresión “inspirada por Dios” es la palabra theopneustos en el original griego. Se traduce como ‘inspirada’, pero esa palabra sugiere ‘respirar en’, en tanto que la palabra usada por Pablo significa ‘emitida’ o ‘enviada’. El aliento es el medio por el cual hablamos. La gente solo puede oír nuestras palabras cuando usamos el aliento para pronunciarla, de modo que esta metáfora de Pablo significa que las palabras de la Escritura son el habla enviada por Dios. Son lo que Dios quiso decir. Lo que dicen los textos de la Biblia es lo que Dios decidió decir; algo así como el aliento de su boca formando palabras que se proponía fueran escuchadas.

Estos versículos no solo declaran la fuente y la autoridad de la Biblia (vienen de Dios, Él las emitió). También afirman su relevancia permanente (es “útil” hoy para nosotros para todos los propósitos que Pablo enumera).

Este texto se usa a menudo como una parte importante de la doctrina sobre la Biblia. Pero no debería constituirse en una mera declaración doctrinal, algo a lo que nuestra fe da un consentimiento solamente intelectual. Debe convertirse en un principio orientador de nuestra hermenéutica. Es decir, cuando leemos cualquier pasaje de la Biblia debemos recordar que nos llega como el “aliento” de Dios, y que Él se propone que nos sea “útil” en todos los sentidos que Pablo menciona, como una guía ética y formativa. No tiene sentido declarar abiertamente Toda la Escritura es un mensaje enviado por Dios, y es útil […] (PDT), a menos que lo “inscribamos” conscientemente sobre cualquier texto de la Biblia que estemos estudiando y tengamos intención de aplicar o de predicar: Esta Escritura es inspirada por Dios y útil […].

Ante todo, tengan muy presente que ninguna profecía de
la Escritura surge de la interpretación particular de nadie.
Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad
humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios,
impulsados por el Espíritu Santo (2P 1.20–21).

Observe aquí la fuente última de las Escrituras: no se originan en la voluntad ni en la mente humana, sino en el propósito de Dios. Observe también la misma afirmación de doble autoría a la que ya nos hemos referido. “Los profetas hablaron”. Fueron seres humanos quienes hablaron y escribieron, pero lo hicieron “de parte de Dios”, por medio del poder de su Espíritu Santo. Hablar y escribir son acciones enteramente humanas que implican intención, inteligencia, ideas, elección de palabras, destrezas, y herramientas. Todo esto forma parte de la autoría humana de nuestros textos; podemos declararlo sin vacilar. Los textos de la Biblia son en todo sentido producto dementes y manos humanas. Pero detrás de ello están el propósito y la mente de Dios. Como dijimos, para entender y usar la Biblia es importante sostener juntas estas dos afirmaciones complementarias.

Podemos formular, entonces, una definición sencilla y básica de lo que queremos decir por “inspiración de la Biblia”. Significa que:

✳ Lo que la Escritura dice es lo que Dios quiso o permitió que fuera registrado.

✳ Lo que la Escritura procura afirmar es lo que Dios quiere afirmar.

“Inspiración” es sencillamente una declaración acerca de la relación entre la voluntad de Dios y el producto final (las palabras que leemos en la Biblia). Este texto de la Biblia es lo que Dios quiso que tuviéramos. Por supuesto, hablando con precisión, esta “emisión” divina se aplica al texto original en los idiomas originales (hebreo, arameo y griego). Aun así, queda claro desde los tiempos bíblicos (por ejemplo, Neh 8.7–8) que Dios quería que su palabra fuera traducida a todos los idiomas en los que pudiera ser entendida por la persona común. En ese sentido, la perspectiva cristiana sobre la Biblia difiere radicalmente de la insistencia musulmana en que solo la forma árabe original del Corán es verdaderamente Palabra de Dios.

Sin embargo, debemos ser cuidadosos de no entender en esta declaración más de lo que dice, ni usar nuestra doctrina sobre la inspiración como un falso apoyo de nuestras teorías particulares sobre lo que dice la Biblia. Éstas son algunas advertencias que vale la pena recordar:

  1. Sostener que Dios inspiró el texto de la Biblia no nos dice nada acerca de los procesos sicológicos o espirituales implicados en la autoría humana. Algunos de los escritores en la Biblia estaban decididamente conscientes de que hablaban o escribían en forma directa las palabras que Dios les daba (p. ej., Jer 1.7, Ez 2.7, Jn 7.16, 1Co 2.9–13). Pero con frecuencia es posible que no hayan tenido conciencia de que sus palabras terminarían formando parte de las Escrituras. No tenían que “sentirse inspirados” a fi n de que lo que escribieran estuviera realmente inspirado, es decir, emitido por Dios. En el sentido bíblico el concepto de inspiración se aplica a los escritos (al producto), no a los escritores por sí mismos.

 

  1. Afirmar que Dios inspiró el texto de la Biblia no nos dice nada sobre la historia literaria (composición, edición, colección, etc.) de los documentos que finalmente integraron el canon de las Escrituras. Es evidente que los documentos que ahora tenemos en nuestra Biblia han sido reunidos y editados, y algunos de losescritores se refieren a las fuentes documentales que usaron. Detrás del canon con el que ahora contamos, hay un extenso proceso histórico. Decir que las Escrituras están inspiradas por Dios no niega que haya tenido lugar ese proceso. Tampoco da explicaciones acerca de cómo ocurrió, ni durante cuánto tiempo ni quién participó. Ésas son cuestiones críticas cuya respuesta debemos procurar usando la mejor investigación y las mejores herramientas disponibles. No importa qué descubramos sobre la historia subyacente al texto que disponemos; es ese texto final al que llamamos “Escrituras” y a lo que Pablo se refería cuando dijo que era “inspirada”.

 

  1. Hablar de la inspiración de la Biblia no implica “dictado mecánico” (o cualquier otra teoría sobre el mecanismo de inspiración). No reduce a los escritores humanos a un aparato para grabar. La inspiración verbal no restringe ni anula la personalidad, el estilo individual, los pensamientos y la creatividad de los escritores humanos. Cuando comparamos los libros de la Biblia entre sí, es evidente que sus escritores eran individuos diferentes, que tenían su propia manera de pensar, sentir y escribir. No eran clones ni autómatas. Oseas se expresó a partir del profundo sufrimiento personal de un matrimonio roto. Sus palabras eran a la vez de él y de Dios. Lucas llevó a cabo su meticulosa investigación histórica y eligió una estructura para su obra en dos volúmenes, y elaboró relatos y discursos en su personal estilo griego culto. Pablo respondió a problemas apremiantes y muy concretos en las jóvenes iglesias; a veces escribe con ira, otras con frustración o con tierna preocupación. Las emociones y las palabras le pertenecen a él, aunque a la vez tiene la firme convicción de que habla y escribe palabras de parte de Dios, y también Pedro puede referirse a los escritos de Pablo como auténticas Escrituras (2P 3.15–16).

 

  1. La inspiración verbal no significa que “todo lo que el texto dice, Dios lo dice”. Con frecuencia, la Biblia registra palabras que no son en sí mismas verdaderas; por ejemplo, los amigos de Job estaban equivocados en lo que dijeron acerca de Job. Jeremías acusó a Dios de engañarlo. Algunos salmistas pensaban que Dios los había abandonado. Algunos textos registran a personas diciendo mentiras. Sólo porque algo esté en la Biblia, no significa que Dios “dice” lo que esos mentirosos dijeron. En estos casos, la inspiración del texto es “indirecta”. Significa que Dios tiene cosas para decirnos por medio de esas palabras o emociones, o por medio de las narraciones de las cuales forman parte las palabras falsas dentro de un contexto global.

 

  1. La inspiración de la Biblia no predetermina ninguna interpretación en particular. El texto es inspirado. La interpretación del lector o la mía (o la opinión de nuestro predicador favorito) no lo es. Por lo tanto, no debiéramos confundir nuestra confianza en el texto inspirado de la Biblia con la arrogancia de nuestra pretensión de interpretarla a la perfección. Los cristianos que creen sinceramente en la Biblia pueden tener diferencias en cuanto a la manera de leerla e interpretarla. En la gracia de Dios se nos da ese espacio, pero no es ningún beneficio acusar a quien difiere de nuestro punto de vista de no creer en la inspiración, sólo porque no nos gusta su interpretación. Necesitamos aprender a ser humildes y distinguir entre “lo que concretamente dice el texto inspirado” y “lo que, después del estudio cuidadoso, la reflexión y la oración, yo creo que el texto significa”.

 


Tomado del libro La versatilidad de la Biblia.


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